29 octubre, 2006

BIBLIOTECA MUTANTE

Muchos han sido los grandes genios universales que han legado para la posteridad, ya no sólo su sabiduria y su buen oficio, sino también aquellas inmensas biblotecas con infinidad de libros de fatigados lomos y deslucidas cubiertas. Un ejemplo reciente lo tenemos en Benedetti que cedió parte de su biblioteca a una de nuestras universidades. No podría, dejar de mencionar ejemplos tan notorios como la biblioteca personal de Jorge Luis Borges, o la inmensa biblioteca de Herman Hesse que sospecho no se conserva (no tengo la más remota idea). Sin embargo el propio Hesse es sus memorias solía comentar que a lo largo de su dilatada vida, había leído unos cuantos centenares de miles de libros, algunos de ellos varias veces. Algo que solía decir en estos casos Hesse, era que a medida que envejecía terminaba por perder el interés por la filosofía y el periodismo por contra se reforzaba su interés y deleitación por las obras de ficción. Espero que con el tiempo acabe pasandome todo lo contrario que a Hesse, es decir, que mi interés por el ensayo y el periodismo se vaya acrecentando, y ese mundo de fantasía en que me encuentro imbuido sea compartido con mi comunión definitiva con la sociedad y con los espónsores del amor via society sponsor incorporated.

Vamos a ver, qué me interesa leer ahora. Yo diría que los 9 cuentos de J.D. Salinger me quitarían el embotamiento y la ponzoña que parece instalada muy cómoda en mi mente. Vamos por partes, me apetece, Salinger. Si tengo, trabajo que desempeñar y estudios que cumplimentar, pero se supone que existe suficiente tiempo para los placeres terrenos. De J.D. Salinger me apetece ahora mismo leerlo todo excepción hecha de El guardian entre el centeno. Nueve cuentos, Fanny y Zooey , Levantad carpinteros la viga del tejado, seguido por, Seymour: una introducción. Luego de Celine solamente Guiñols Band y mi favorita Muerte a crédito. Continuando con escritores duros, de Malraux, La esperanza, La condición humana y Los conquistadores. Ahora unos clásicos entre los clásicos, La educacuin sentimental y Cumbres Borrascosas. Me gusta Faulkner bajo los más variados estados de ánimo y aúnque mi favorita es Santuario, opto ahora por Mientras agonizo o mejor por, Las palmeras salvajes.
Voy a menocionar a continuación los autores que aún gustándome han conseguido que me empache. Dostoyevsky del que solamente releería, El Adolescente. Kafka también ha conseguido ofuscarme, sin embargo rescato El castillo que es la que más desconozco. Empacho también con Sartre, Camus, Hesse, de todos modos del primero rescato El muro. Nada mejor para amenizar la rutina que solazarse con alguién tan rarito como el Marqués de Sade, del que reconozco no haber leído una sola línea pero del que intento recopilar todo lo que buenamente puedo, las próximas semanas se me antojan variopintas, con Las 120 Jornadas de Sodoma entre otras viles perlas. Otro autor por el que siento curiosidad, porqué además de ser un absoluto genio dominaba todos los géneros es Goethe. En la librería París_Valencia conseguí un par de tomos de Goethe por 24 euros, unas 3000 páginas que me hacían la boca agua. Otro par de genios que pueden ser capaces de saciar mi apetito voraz por la letra impresa, Balzac y Zola nunca me han interesado hasta la fecha. Decido apartar a Zola para otro momento, porque solamente oir hablar sobre la grandilocuente comedia humana me sugiere una lectura a piñon fijo. De Zola absolutamente nada es lo que he leído y de Balzac Euguenie Grandet y poco más. Por este motivo y teniendo en cuenta que en las librerías de viejo siempre encuentras ediciones y libros raros, voy a ver si puedo conseguir La muchacha de los ojos dorados de Balzac, Seraphita y alguna obra rebuscada de este autor. Tal y como me conozco por mi cabezonería no sería extraño que al final terminara por obsesionarme por los mismo cinco autores de los que suelo extraer mi particular canon. Vamos a ver que es lo que tenemos hasta ahora, del Marqués de Sade y de Goethe todo lo que mi integridad sea capaz de conseguir y soportar. Según este varemo me faltarían tres autores más con que completar la ficha. Veamos, Balzac es un bocado suculento pero vista mi experiencia con el autor francés. Flaubert no tiene demasiada obra. Zola, Victor Hugo... El teatro y la poesía por ahora no me entusiasman, aunque Goethe es un gran poeta y un gran de todo, y deberíais verme entusiasmado con Rimbaud. Sade me viene bien para introducirme en lo sórdido por decirlo bonito. Se me olvidaba Proust una sola novela pero qué novela, creo que vale la pena esforzarse, los tres primeros tomos me han fascinado, aunque lo que quería escribir Proust era algo muy diferente, sus novelas eran para él sus propios esbozos.
En definitiva ya tenemos tres. Thomas Bernhard no acabo de creermelo sin embargo ahora precisaría de sus escritos mucho más que de los de Kafka. Sin embargo... Bernhard... Ya esta, tengo en mente el cuarto, el mundo de Faulkner siempre me ha fascinado, tal vez puedan hacérsele más de un reproche en sus experimentaciones con la literatura pero simplemente es un novelista fascinante, y el número cuatro de mi lista. Me falta uno, que muy merecidamente pudiera ser Borges. Soy plenamente consciente que con cinco autores no resolvemos nada, sin embargo... Creo que me he convertido en un ser humano convencional, Sade, Goethe, Proust, Faulkner... No hay quinto malo y el quinto debería cerrar el círculo, meditemos profundamente. Finalmente Balzac lo descartamos aunque sería un más que digno candidato, ¿superior a Sade?, no me importa demasiado. Repaso los libros de mi pequeña biblioteca, entre los más de mil ejemplares, casi todo són novelas. Esta todo Sarte, Camus, Gide, Kafka... mucho Borges, Faulkner, Lovekraft, William S. Burroughs, J.G. Ballard... Debería buscar algo nuevo a la vez que sólido que complementara los otros cuatro, ¿Samuel Beckett?, Watt me fulminó, algo menos parecido a Faulkner, otro novelista sin duda, hasta ahora no aspiro a más. Cortázar es demasiado cercano a Poe, John Cheever, sus relatos me encantan pero busco novelista. Stefan Zweig que se ha puesto de moda. Mientras pienso me pasan por la cabeza uno tras de otro mis últimos descubrimientos literarios, Mrozek, Sebald, Pynchon, Gaddis, Cormac McCarthy... Dostoyevsky sería un digno número cinco pero quedó descartado casi de principio y por principios. Tendría que ser un cinco con una obra fértil y sólida. Ya está... Henry James, nadie mejor. Hasta ahora solamente había leído sus relatos, pero sus novelas són imaginativas y su autor esta inmejorablemente dotado para la expresión divina. Quedan pues los cinco magníficos listos para sentencia, per secula seculorum.

Apéndice

Los cien elegidos de Bloom

Dante Alighieri, Jane Austen, Isaac Bábel, Honoré de Balzac, Charles Baudelaire, Samuel Beckett, William Blake, Jorge Luis Borges, James Boswell, Charlotte Brontë, Emily Jane Brontë, Robert Browning, Italo Calvino, Alejo Carpentier, Lewis Carroll, Willa Cather, Paul Celan, Luis Cernuda, Miguel de Cervantes, Hart Crane, Geoffrey Chaucer, Anton Chéjov, Charles Dickens, Emily Dickinson, John Donne, Fiodor Dostoievski, José María Ea de Queiroz, George Eliot, T. S. Eliot, Ralph Ellison, El Yavista, Ralph Waldo Emerson, William Faulkner, F. Scott Fitzgerald, Gustave Flaubert, Sigmund Freud, Robert Frost, Federico García Lorca, Johann Wolfgang von Goethe, Nathaniel Hawthorne, Ernest Hemingway, Hugo von Hofmannsthal, Homero, Víctor Hugo, Henrik Ibsen, Henry James, Samuel Johnson, James Joyce, Franz Kafka, John Keats, Soren Kierkegaard, D. H. Lawrence, Giacomo Leopardi, Lucrecio, Joaquim Machado de Assis, Mahoma, Thomas Mann, Herman Melville, John Milton, Molière, Michel de Montaigne, Eugenio Montale, Dama Murasaki, Iris Murdoch, Gérard de Nerval, Friedrich Nietzsche, Flannery O'Connor, Walter Pater, Octavio Paz, Fernando Pessoa, Alexander Pope, Luigi Pirandello, Platón, Marcel Proust, Rainer Marie Rilke, Arthur Rimbaud, Christina Rossetti, Dante Gabriel Rossetti, San Agustín, San Pablo, William Shakespeare, Percy Bysshe Shelley, Sócrates, Stendhal, Wallace Stevens, Jonathan Swift, Algernon Charles Swinburne, Alfred Tennyson, León Tolstoi, Mark Twain, Paul Valéry, Luis Vaz de Camões, Virgilio, Edith Wharton, Walt Whitman, Oscar Wilde, Tennessee Williams, Virginia Woolf, WilliamWordsworth, William Butler Yeats

La palabra "genio" tiene dos significados antiguos (romanos) que se diferencian en el énfasis. El uno es engendrar, hacer nacer, ser, en suma, un pater familias. El otro se refiere al espíritu tutelar de cada persona, de cada lugar: un genio bueno, o uno maligno, es aquel que, para bien o para mal, ejerce una poderosa influencia sobre alguien más. Este segundo significado ha sido más importante que el primero; nuestro genio es, por tanto, nuestra vocación o nuestro talento natural, nuestro poder intelectual o imaginativo congénito, más que nuestro poder para engendrar poder en otros.

Todos hemos aprendido a diferenciar, con firmeza y decisión, entre el genio y el talento. Clásicamente el "talento" se refería al peso o a una suma de dinero y por tanto, sin importar cuán grande, era necesariamente limitado. Pero el "genio", incluso en sus orígenes lingüísticos, no tiene límite.

El genio hace valer su autoridad sobre mí cuando reconozco poderes mayores que los míos. Emerson, el sabio a quien intento seguir, reprobaría mi rendición pragmática, pero el genio de Emerson era de tal magnitud que él podía predicar la confianza en uno mismo. Yo mismo he enseñado durante 46 años y querría empujar a mis estudiantes hacia la emersoniana confianza en sí mismos, pero no puedo hacerlo y en general no lo hago. Aspiro a nutrir el genio en ellos, pero sólo puedo comunicar el genio de la apreciación. Ese es el propósito principal de este libro: despertar el genio de la apreciación en mis lectores, si puedo. (...)

[Harold Bloom, Genios]

1 comentarios:

A las 6:59 a. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

"Y sólo quedó él para contar esa historia".

Lo siento pero no. Elegir a Henry James o Berhanrd, incluso a Faulkner (indigesto pese a toda la grandeza atribuible, vale), pero decir que Zweig se ha puesto de moda (¿en lugar de atrasar una hora, hemos retrasado el reloj 20 años?) o honrar el nombre de Balzac o Zola, junto a Tolstoi, el trío del sopor, es honrar hasta el subsuelo de la literatura de cualquier siglo, incluso de la del XIX.

Lo que sorprende en una lista como la tuya, búsqueda con complejo de muñeca rusa multiplicada por infinito, es la ausencia de los grandes ingleses, curioso en alguien que reinvidica la "next generation" de Foster Wallace y otras divas del montón. Y digo ingleses, pero quiero decir, ingleses y americanos. En definitiva, digo porque pienso en ellos:

Herman Melville (su "Moby Dick" es el único libro que lleva dignamente el maltrato histórico vía adaptaciones cinematográficas de rastro madrileño y, sobretodo, el ser el libro objeto de Reader's Digest. En esa isla desierta a la que podríamos llamar cementerio, mi mente (del alma no hablaré hoy) se llevará más de la mitad de las páginas de un libro que habla de una lucha perdida que aún se mantiene).

Henry Roth es posible que a su novela río le sobre agua y le falte pulso, pero "Llámalo sueño" es equilibrio de la perfección. La historia del s.XX escrita por alguien que casi lo vivió entero.

Harold BrodkeyOtro amante del exceso. El penúltimo en morir, el más joven en hacerlo. Sida por bisexualidad. Adiós narrado en ciento diez páginas de dulce agonía que duelen tanto como las memorias de Bernhard. Más dulces son sus relatos, más cercana siento su segunda novela, "Amistad profana", la historia veneciana retomada en el punto y seguido abandonado por Thomas Mann.

Tres ideas que quizás no estén de moda.
Si no estuviese fuera de casa abriría alguno de esos libros y cerraría el comentario con una frase suya, como estoy a mil quinientos quilómetros de ella, lo haré con una que escuché ayer en "Shortbus":
"Entré en esta habitación creyendo que yo era la revolución. Han pasado los años y mi único deseo es salir de ella sin que se den cuenta".
La traducción es mala. Culpa a mi memoria, que calla o borra, o simplemente envejece.

 

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