¿Ha desaparecido porque aquella tarde, con el cansancio del trabajo a cuestas y tras tantos años de soportar mi desidia, se hartó y no pudo aguantar ya más el tener que volver a bajar todos los días desde un quinto piso para ver si quedaba pan en algún sitio? He intentado echar una mano a los investigadores: ¿fue realmente aquel día como cualquiera? Miramos en el ordenador, uno por uno, los ficheros que mi marido había abierto desde por la mañana. No había ventas o novedades fuera de lo normal; había enseñado tres pisos; a la hora de comer, se había comprado, como de costumbre, un bocadillo en el bar de la esquina. A los clientes (los investigadores los localizaron: una pareja joven, una pareja madura y un divorciado que ya peinaba canas) no les había llamado la atención nada de particular, salvo un calentador de agua que funcionaba mal y algún que otro detalle de los pisos. Pero ellos habían ido a lo suyo, y ya ni se acordaban de qué cara tenía mi marido.
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Nacimiento de los fantasmas puede leerse, según la autora, también como «una carta de amor». «La protagonista quiere a su marido y lo busca porque no tiene nada más», argumenta, pero «también es la historia de una transición entre eso y la liberación del personaje», añade.
Darrieussecq asegura que éste no es un libro autobiográfico, aunque añade que: «Escribo para conjurar lo peor, para que no ocurra, como en el libro». Y lo peor, según la autora es «ser mujer y depender de un hombre».
Los fantasmas de los que habla Marie Darrieussecq son los que se generan en las familias y de los que nunca se hablan «pero los niños viven con ellos en sus habitaciones y cuando uno llega a adulto tiene que pactar con ellos y mantener una distancia equilibrada entre la angustia y la fascinación».
Darrieussecq incide una y otra vez en el tema de la psicología. «Decir 'me siento triste es para mí demasiado plano», cuenta. «Trato de evitar la psicología porque ya la practicaron y muy bien los autores del XIX», añade la escritora.
Darrieussecq, autora de Marranadas, incide de nuevo en el tema de la liberación personal. «No se trata de historias en que alguien se libera simplemente de algo, por muy molesto que sea, sino que esa liberación acarrea el descubrimiento de un nuevo mundo», cuenta la autora.
«En Marranadas trataba un mundo saturado, mientras que en éste, el mundo de la protagonista es hueco, como un agujero negro», cuenta la escritora. Y esta visión del vacío no la aborda desde el punto de vista psicológico, «que me aburre mucho», dice Darrieussecq, sino a partir de una mirada ingenua, porque pretende «enseñar las cosas como si fueran la primera vez», explica.
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