Los 5 autores que más leo en la actualidad
David Foster Wallace. Foster Wallace, escritor estadounidense puede hacer un implacable y feroz diagnóstico de la soledad y el espejismo de las relaciones humanas. Tipos tan detestables, un victimismo... , una colección de individuos secretamente atormentados por el rencor que sienten hacia un familiar agonizante, son parte del material humano que le acredita como el perfecto diseccionador de la vida preservativa y aséptica del fin de milenio, una época donde las apariencias anodinas esconden volcanes morales a punto de entrar en erupción y donde los escritores inteligentes saben que hay que pedir disculpas al lector cada vez que utilizan la palabra sentimiento. Entre sus obras, La niña del pelo raro (1985), Entrevistas breves con hombres repulsivos (1999), Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer (1997), La broma infinita (1996) o Extinción (2004)
Míralo. Puedes verlo todo en toda su complejidad, azul y blanco, marrón y blanco, bañado en un destello acuoso de color rojo cada vez más intenso. Todo el mundo. Esto es lo que la gente llama una vista. Y sabías que desde abajo no te podía parecer que estuvieras tan alto aquí arriba. Ahora ves qué alto te encuentras. Sabías que desde abajo no se puede saber.
El tipo que tienes debajo te dice, con la vista clavada en tus tobillos, el hombre calvo y corpulento: Eh, chico. Quieren saber. ¿Tienes pensado pasarte todo el día aquí o qué te pasa exactamente? Eh, chico, ¿estás bien?
Todo este tiempo ha habido tiempo. No puedes matar al tiempo con el corazón. Todo ocupa tiempo. Las abejas tienen que moverse muy deprisa para permanecer quietas.
Eh, chico, te dice. Eh, chico, ¿estás bien?
Brotan flores metálicas en tu lengua. Ya no hay tiempo para pensar. Ahora que hay tiempo no tienes tiempo.
Eh.
Lentamente ahora, atravesándolo todo, surge una mirada que se extiende como las ondas que aparecen en el agua cuando lanzas algo. Mira cómo se extiende desde la escalera. Tu hermana, a la que acabas de ver, y sus amigas blancas y delgadas, señalándote. Tu madre mira hacia la parte menos profunda de la piscina donde estabas antes y pone la mano en forma de visera. La ballena se agita y se sacude. El socorrista levanta la vista, la niña que le agarra la pierna levanta la mirada, echa mano al megáfono.
Debajo para siempre hay una terraza áspera, chucherías, música tenue y metálica, ahí abajo donde solías estar. La cola está abarrotada y no permite marcha atrás. Y el agua, por supuesto, solamente es blanda cuando estás en su interior. Mira hacia abajo, Ahora se mueve bajo el sol, llena de monedas duras de luz dotadas de un resplandor rojizo a medida que se alejan y se funden con una niebla que es la sal de tu propio sudor. Las monedas estallan formando lunas nuevas, cascotes alargados procedentes de los corazones de estrellas tristes. El tanque cuadrado es una sabana fría y azul. Lo frío es una modalidad de lo duro. Una modalidad de la ceguera. Te han pillado desprevenido. Feliz cumpleaños. ¿Creías que ya había pasado? Sí y no. Eh, chico.
Dos manchas negras, un momento de violencia y desapareces en el pozo del tiempo. La altura no es el problema. Todo cambia cuando vuelves abajo. Cuando impactas con todo tu peso.
Entonces, ¿cuál es la mentira? ¿Lo duro o lo blando? ¿El silencio o el tiempo?
La mentira es que haya que elegir entre una cosa y otra. Una abeja quieta y flotante se mueve demasiado deprisa para pensar. Desde lo alto la dulzura la hace enloquecer.
El trampolín asentirá y tú saldrás despedido, y los ojos de piel podrán cruzar a ciegas un cielo empañado de nubes, la luz horadada se vaciará detrás de esa piedra afilada que es la eternidad. Que es la eternidad. Pisa la piel y desaparece.
Hola.
El tipo que tienes debajo te dice, con la vista clavada en tus tobillos, el hombre calvo y corpulento: Eh, chico. Quieren saber. ¿Tienes pensado pasarte todo el día aquí o qué te pasa exactamente? Eh, chico, ¿estás bien?
Todo este tiempo ha habido tiempo. No puedes matar al tiempo con el corazón. Todo ocupa tiempo. Las abejas tienen que moverse muy deprisa para permanecer quietas.
Eh, chico, te dice. Eh, chico, ¿estás bien?
Brotan flores metálicas en tu lengua. Ya no hay tiempo para pensar. Ahora que hay tiempo no tienes tiempo.
Eh.
Lentamente ahora, atravesándolo todo, surge una mirada que se extiende como las ondas que aparecen en el agua cuando lanzas algo. Mira cómo se extiende desde la escalera. Tu hermana, a la que acabas de ver, y sus amigas blancas y delgadas, señalándote. Tu madre mira hacia la parte menos profunda de la piscina donde estabas antes y pone la mano en forma de visera. La ballena se agita y se sacude. El socorrista levanta la vista, la niña que le agarra la pierna levanta la mirada, echa mano al megáfono.
Debajo para siempre hay una terraza áspera, chucherías, música tenue y metálica, ahí abajo donde solías estar. La cola está abarrotada y no permite marcha atrás. Y el agua, por supuesto, solamente es blanda cuando estás en su interior. Mira hacia abajo, Ahora se mueve bajo el sol, llena de monedas duras de luz dotadas de un resplandor rojizo a medida que se alejan y se funden con una niebla que es la sal de tu propio sudor. Las monedas estallan formando lunas nuevas, cascotes alargados procedentes de los corazones de estrellas tristes. El tanque cuadrado es una sabana fría y azul. Lo frío es una modalidad de lo duro. Una modalidad de la ceguera. Te han pillado desprevenido. Feliz cumpleaños. ¿Creías que ya había pasado? Sí y no. Eh, chico.
Dos manchas negras, un momento de violencia y desapareces en el pozo del tiempo. La altura no es el problema. Todo cambia cuando vuelves abajo. Cuando impactas con todo tu peso.
Entonces, ¿cuál es la mentira? ¿Lo duro o lo blando? ¿El silencio o el tiempo?
La mentira es que haya que elegir entre una cosa y otra. Una abeja quieta y flotante se mueve demasiado deprisa para pensar. Desde lo alto la dulzura la hace enloquecer.
El trampolín asentirá y tú saldrás despedido, y los ojos de piel podrán cruzar a ciegas un cielo empañado de nubes, la luz horadada se vaciará detrás de esa piedra afilada que es la eternidad. Que es la eternidad. Pisa la piel y desaparece.
Hola.
"En lo alto para siempre" por David Foster Wallace
Relato incluido en el libro Entrevistas breves con hombres repulsivos(fragmento)
William S. Burroughs, escritor estadounidense. Estudió medicina y antropología, desempeñó diversos oficios y pasó un tiempo en el Ejército. Fundador junto a Kerouak y a Ginsberg de movimiento literario conocido como Beat generation. En 1949 abandonó su país y llevó una vida de artista exiliado en México, Tánger, París y Londres.La experimentación literaria está presente en todas las novelas de Burroughs, donde la fuerza visionaria se combina con la sátira social y el uso del montaje, el collage y la improvisación. Entre sus novelas destacan Yonqui (1953), El almuerzo desnudo (1959), La máquina blanda (1961), El tícket que explotó (1962), Expreso Nova(1964), Los chicos salvajes (1971), Exterminador (1973), Port of Saints (1975), Ciudades de la noche roja (1981), El lugar de los caminos muertos (1984), Marica (1985) y Tierras del occidente (1987). El almuerzo desnudo, basada en sus experiencias con las drogas, está considerada una obra clave. El explícito lenguaje sexual de la novela, así como la evocación de imágenes grotescas, provocaron la prohibición del libro en Boston.
" La morfina pega primero en la parte de atrás de las piernas, luego en la nuca, y después se extiende una gran relajación que despega los músculos de los huesos y parece que uno flota sin límites, como si estuviera tendido sobre agua salada caliente. cuando esta relajación se extendió por mis tejidos, experimenté un fuerte sentimiento de miedo. tenía la sensación de que una imagen horrible estaba allí, más allá de mi campo de visión, moviéndose en cuanto volvía la cabeza de modo que nunca podía verla. sentí náuseas; me tumbé y cerré los ojos. pasaron una serie de imágenes, como si estuviera viendo una película: un enorme bar con luces de neón que se hacía más y más grande hasta que calles y tráfico quedaron incluidos en él; una camarera traía una calavera en una bandeja; estrellas en el cielo claro. el impacto físico del miedo a la muerte; el corte de la respiración; la detención de la sangre. "
Yonqui (fragmento)
Yonqui (fragmento)
" Gracias por el pavo y las palomas mensajeras, destinados a ser cagados a través de las tripas de los americanos.
Gracias por todo un continente que hemos asesinado y hemos envenenado.
Gracias a los indios que nos proporcionan algo de peligro y de reto.
Gracias por las grandes manadas de bisontes, por matarlos, sacarles la piel y dejar que se pudra.
Gracias por los trofeos de lobos y coyotes.
Gracias por el sueño americano, por divulgar y falsificar hasta que el fraude salga a la luz.
Gracias por el Ku Kux Klan, por los policías que matan negros y se los apuntan en su cuenta, por las mujeres piadosas y decentes con sus caras mezquinas cansadas, amargadas y perversas.
Gracias por las pegatinas que pongan -Matar un maricón en nombre de Cristo-.
Gracias por el sida de laboratorio.
Gracias por la prohibición y la guerra contra la droga.
Gracias por un país donde a nadie se le permite hacer lo que quiere.
Gracias por una nación de chivatos.
Oh sí gracias por todos los recuerdos, va enséñame los brazos, siempre has sido un estorbo y siempre has sido un pesado.
Gracias por haber traicionado de esta forma el último y más importante de los sueños humanos. "
Día de Acción de Gracias. 28 de noviembre de 1986, de Vía Muerta
Gracias por todo un continente que hemos asesinado y hemos envenenado.
Gracias a los indios que nos proporcionan algo de peligro y de reto.
Gracias por las grandes manadas de bisontes, por matarlos, sacarles la piel y dejar que se pudra.
Gracias por los trofeos de lobos y coyotes.
Gracias por el sueño americano, por divulgar y falsificar hasta que el fraude salga a la luz.
Gracias por el Ku Kux Klan, por los policías que matan negros y se los apuntan en su cuenta, por las mujeres piadosas y decentes con sus caras mezquinas cansadas, amargadas y perversas.
Gracias por las pegatinas que pongan -Matar un maricón en nombre de Cristo-.
Gracias por el sida de laboratorio.
Gracias por la prohibición y la guerra contra la droga.
Gracias por un país donde a nadie se le permite hacer lo que quiere.
Gracias por una nación de chivatos.
Oh sí gracias por todos los recuerdos, va enséñame los brazos, siempre has sido un estorbo y siempre has sido un pesado.
Gracias por haber traicionado de esta forma el último y más importante de los sueños humanos. "
Día de Acción de Gracias. 28 de noviembre de 1986, de Vía Muerta
Stefan Zweig, escritor alemán, famoso sobre todo por sus biografías, narraciones, novelas cortas y ensayos. Pacifista y siempre del lado de las víctimas durante la I Guerra Mundial. Huído a causa del nacismo, el antisemitísmo y refugiado, emigró finalmente a EEUU en 1940. Entre su obra se destacan, Tres maestros (1920), La curación por el espíritu (1931), Erasmo de Rotterdam (1934) y María Estuardo (1935),El juego real(1944) y El mundo de ayer (1941).
" De entre todas aquellas personas, las más dignas de lástima para mí (como si ya me hubiera asaltado un presentimiento de mi futuro destino) eran las que no tenían patria o, peor aún, las que, en lugar de una patria, tenían dos o tres y no sabían a cuál pertenecían. Por ejemplo, en un rincón del café Odeon se sentaba, a menudo solo, un joven que llevaba una barbita de color castaño y unas gafas ostentosamente gruesas ante unos penetrantes ojos oscuros; me dijeron que era un escritor inglés de gran talento. Cuando, al cabo de unos días, trabé conocimiento con James Joyce, rechazó rotundamente cualquier relación con Inglaterra. Era irlandés. Cierto que escribía en inglés, pero no pensaba ni quería pensar en inglés. Me dijo:
-Quisiera una lengua que estuviera por encima de las lenguas, una lengua a la que sirvieran todas las demás. No puedo expresarme del todo en inglés sin incluirme en una tradición.
No lo comprendí muy bien, porque no sabía que entonces ya estaba escribiendo su Ulises ; sólo me había prestado su libro Retrato de un artista adolescente , el único ejemplar que tenía, y su pequeño drama, Exiles, que yo precisamente quería traducir para ayudarlo. Cuanto más lo conocía, más admiraba su fantástico conocimiento de lenguas; tras aquella frente redondeada, moldeada a martillazos y que brillaba como porcelana bajo la luz eléctrica, estaban estampados todos los vocablos de todos los idiomas y él jugaba con ellos y los mezclaba de una manera brillantísima. En cierta ocasión me preguntó cómo traduciría al alemán una frase difícil de Retrato del artista y juntos probamos la solución en italiano y en francés; él tenía preparadas para cada palabra cuatro o cinco traducciones en cada lengua, incluso dialectales, y sabía su valor y peso hasta el último matiz. Pocas veces lo abandonaba una cierta amargura, pero creo que en el fondo era esa irritación la fuerza interior que lo volvía vehemente y creativo. El resentimiento contra Dublín, contra Inglaterra y contra ciertas personas había adoptado en él la forma de una energía dinámica que sólo se liberaba en la obra literaria. Pero él parecía amar esa dureza suya; nunca lo vi reír ni de buen humor. Daba siempre la impresión de una fuerza oscura concentrada en ella misma y, cuando lo veía por la calle, con los delgados labios estrechamente apretados y caminando siempre con pasos apresurados, como si se dirigiera a algún lugar determinado, me daba cuenta de la actitud defensiva y del aislamiento interior de su carácter mucho más que en nuestras conversaciones. Por eso después no me sorprendió en absoluto que fuera precisamente él quien escribiese la obra más solitaria, la menos ligada a todo y que se abatió sobre nuestra época como un meteoro. "
-Quisiera una lengua que estuviera por encima de las lenguas, una lengua a la que sirvieran todas las demás. No puedo expresarme del todo en inglés sin incluirme en una tradición.
No lo comprendí muy bien, porque no sabía que entonces ya estaba escribiendo su Ulises ; sólo me había prestado su libro Retrato de un artista adolescente , el único ejemplar que tenía, y su pequeño drama, Exiles, que yo precisamente quería traducir para ayudarlo. Cuanto más lo conocía, más admiraba su fantástico conocimiento de lenguas; tras aquella frente redondeada, moldeada a martillazos y que brillaba como porcelana bajo la luz eléctrica, estaban estampados todos los vocablos de todos los idiomas y él jugaba con ellos y los mezclaba de una manera brillantísima. En cierta ocasión me preguntó cómo traduciría al alemán una frase difícil de Retrato del artista y juntos probamos la solución en italiano y en francés; él tenía preparadas para cada palabra cuatro o cinco traducciones en cada lengua, incluso dialectales, y sabía su valor y peso hasta el último matiz. Pocas veces lo abandonaba una cierta amargura, pero creo que en el fondo era esa irritación la fuerza interior que lo volvía vehemente y creativo. El resentimiento contra Dublín, contra Inglaterra y contra ciertas personas había adoptado en él la forma de una energía dinámica que sólo se liberaba en la obra literaria. Pero él parecía amar esa dureza suya; nunca lo vi reír ni de buen humor. Daba siempre la impresión de una fuerza oscura concentrada en ella misma y, cuando lo veía por la calle, con los delgados labios estrechamente apretados y caminando siempre con pasos apresurados, como si se dirigiera a algún lugar determinado, me daba cuenta de la actitud defensiva y del aislamiento interior de su carácter mucho más que en nuestras conversaciones. Por eso después no me sorprendió en absoluto que fuera precisamente él quien escribiese la obra más solitaria, la menos ligada a todo y que se abatió sobre nuestra época como un meteoro. "
El mundo de ayer (fragmento)
Arthur Rimbaud, poeta francés. A los 10 años ya había escrito algunos poemas. comenzó a escribir poemas en latín a modo recesiones. Gran amigo de Verlaine y admirador de Baudelaire, no se entiende la figura del rebelde contemporáneo sin Rimbaud. Su predilección por la decadencia simbolista, su marcada devoción religiosa. Verlaine intentó matarlo en dos ocasiones, fruto de su tormentosa relación y también de las numerosas infidelidades del poeta. Al salir del hospital Rimbaud se dedicó al comercio en el Norte de Africa y residió en Harar y Shoa, en la Abisinia central. Verlaine, convencido de que Rimbaud había muerto, recopiló sus poemas en Iluminaciones (1886). La fuerza de sus poemas escritos entre los 10 y los 20 años le hace figurar entre los más originales poetas franceses de todos los tiempos.
" Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín en el que todos los corazones se abrían, en el que todos los vinos se escanciaban.
Una tarde, me senté a la Belleza en las rodillas. - Y la encontré amarga. - Y la cubrí de insultos.
Me armé contra la justicia.
Escapé. ¡Oh brujas, miseria, odio: a ustedes se les confió mi tesoro!
Logré que se desvaneciera en mi espíritu toda la esperanza humana. Sobre toda alegría, para estrangularla, salté como una fiera, sordamente.
Llamé a los verdugos para, mientras perecía, morder las culatas de sus fusiles. Llamé a las plagas para ahogarme en la arena, en la sangre. La desgracia fue mi dios. Me tendí en el lodo. Me dejé secar por el aire del crimen. Y le hice muy malas pasadas a la locura.
Y la primavera me trajo la horrorosa risa del idiota.
Ahora bien, últimamente, habiendo estado a punto de soltar el último ¡cuac!, se me ocurrió buscar la clave del antiguo festín, en el que había, quizá, de recobrar el apetito.
La caridad es esa clave. - ¡Semejante inspiración demuestra que todo fue un sueño!
"Seguirás siendo hiena, etc.", exclama el demonio que de tan amables adormideras me coronó. "Gana la muerte con todos tus apetitos, y tu egoísmo, y todos los pecados capitales."
¡Ah! Ya he aguantado demasiado: - Pero, querido Satanás, te lo suplico, menos irritación en la pupila. Y mientras van llegando las pequeñas cobardías que faltan, para ti, que tanto valoras en el escritor la carencia de facultades descriptivas o instructivas, arranco unas cuantas páginas repelentes de mi cuaderno de condenado. "
Una temporada en el infierno (fragmento)
Bruce Chatwin, viajero escritor británico, trabajó para la casa Sotherby. Muchos nos hablan de su aspecto físico, para muchos irresistible. Nicholas Shakespeare, escribió magníficamente sobre él en la biografía, Bruce Chatwin (1999), una de las mejores biografías que he tenido la oportunidad de leer últimamente. Su espíritu aventurero y su más que notable labor para la firma de subastas Sotherby donde, su intuitiva habilidad a la hora de reconocer si una obra era realmente auténtica, lo convirtieron en un ser adorable y encantador. Ocultó su homosexualidad y murió en Francia en 1989 a causa del sida. Entre su obra escrita, En la Patagonia (1977), El virrey de Ouidah (1980), La colina negra (1982) Los trazos de la canción (1987), El misterioso relato Utz (1988) ¿Qué hago aquí? (1989).
" Entusiasmado, Harry se olvidó de su clase. Se sentó en el borde de la cama, a los pies de Jewel, exhibiendo la curiosidad de un veterinario ante un animalito enfermo. Movido por la alegría del momento, confesó que era coleccionista desde que tenía uso de razón.
-Poseer cosas es mi vicio solitario-, dijo, -ahora que soy un hombre de 19 años ya no me interesan los juguetes-.
Estaba hastiado de secuestrar pájaros carnívoros, canicas antiguas, volantines sagrados, libros escritos en lenguas muertas. Coleccionaría personas, o más bien, los trazos de sus canciones. La gente de carne y sangre en nada inflamaba su ánimo de secuestrador benevolente, pero suponía que cada cual era un hilo tramado en la red de un universo respetable y caótico, una línea melódica que discurre afinada en la frecuencia de las líneas de sus semejantes, ancestros, y descendientes. Los aborígenes australianos rehacen a diario el mundo volviendo sobre los trazos de la canción de sus antepasados, y así mantienen siempre fresca la creación de las montañas, los valles, los desiertos y los ríos secretos. En esta ciudad americana, sin mitos ni ceremoniales colectivos, algunas vidas se agotan en un escaso pentagrama de relaciones vivenciales. Otras, sin ser infinitas, rematan en la gloria de una vasta sinfonía de trazos melódicos. "
Los trazos de la canción (fragmento)
" Entusiasmado, Harry se olvidó de su clase. Se sentó en el borde de la cama, a los pies de Jewel, exhibiendo la curiosidad de un veterinario ante un animalito enfermo. Movido por la alegría del momento, confesó que era coleccionista desde que tenía uso de razón.
-Poseer cosas es mi vicio solitario-, dijo, -ahora que soy un hombre de 19 años ya no me interesan los juguetes-.
Estaba hastiado de secuestrar pájaros carnívoros, canicas antiguas, volantines sagrados, libros escritos en lenguas muertas. Coleccionaría personas, o más bien, los trazos de sus canciones. La gente de carne y sangre en nada inflamaba su ánimo de secuestrador benevolente, pero suponía que cada cual era un hilo tramado en la red de un universo respetable y caótico, una línea melódica que discurre afinada en la frecuencia de las líneas de sus semejantes, ancestros, y descendientes. Los aborígenes australianos rehacen a diario el mundo volviendo sobre los trazos de la canción de sus antepasados, y así mantienen siempre fresca la creación de las montañas, los valles, los desiertos y los ríos secretos. En esta ciudad americana, sin mitos ni ceremoniales colectivos, algunas vidas se agotan en un escaso pentagrama de relaciones vivenciales. Otras, sin ser infinitas, rematan en la gloria de una vasta sinfonía de trazos melódicos. "
Los trazos de la canción (fragmento)
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