FICCIÓN II
Últimamente me he visto con una persona 16 años mayor que yo. Le espero de espaldas, apoyado en una barandilla. Reconozco su vehículo, me acerco, abro la puerta y le estrecho la mano. Habla contínuamente, lo cual es muy de agradecer. Le indico por dónde puede circular con su vehículo. Finalmente decidimos aparcar y sentarnos en una terraza/heladería al aire libre. Me siento yo primero e incluso eligo el sitio, mi acompañante decide en última instáncia no sentarse frente a mi, sino de manera que se siente obligado a girar la cabeza para establecer conversación o contacto visual. Raramente establecemos contacto visual. Él continúa hablando sin parar, raramente me deja meter baza. No hay lugar a dudas, para él, quedar conmigo ha sido un acto reflejo-funcional. Por lo visto esta muy acontumbrado a este tipo de veladas, que principalmente se llevan acabo con nocturnidad. Ya en el coche me doy cuenta de que es muy guapo, rasgos alargados, irresistible barbilla. Piel bien hidratada y con un afeitado muy apurado. No creo que tenga problemas con el vello facial. Piel blanca, sin manchas, ni rozaduras. Cabello plateado no demasiado largo y peindo con raya en medio. Ojos claros y una sonrisa espectacular. Se nos va la noche hablando, una conversación superflua e impersonal. Tomamos algún refresco. Pago yo, creo que es lo mínimo. Me acerca a casa, me tiende amablemente la mano. Finalmente le indico la dirección más conveniente para circular. Sus últimas palabras fueron: No te olvides de follar, follar mucho. Debería haber añadido: pero no conmigo. Palabras desalentadoras. Tal vez en otra ocasión, me dejará chupársela. Creo que luego será aún más duro. Creo que no le volveré a ver, soy un mal conversador y peor compañía. No vale la pena amargarse la vida por eso. Sin embargo, ya veremos.