¿LAS MUJERES, SON DE MARTE?(VENUS)
Pájaros de América.
Lorrie Moore
Emecé Editores ***
Lorrie Moore consigue en Birds of America aterrizar con éxito en el patatal de la realidad más allá de los sueños de una generación que, probablemente, nunca existió. Los doce cuentos que componen el libro son una mirada a vista de pájaro de los problemas de una sociedad que ha muerto de éxito al no tener en cuenta el precio del factor humano durante demasiados años. Haciendo un intento de literatura comparada, Moore hace lo mismo que Linn Ullmann en su primera novela (Antes de que te duermas, 1999): preguntarse si el vuelo ha valido la pena. Pero además de una diferente estructura narrativa, el balance es claramente diferente en ambos libros: en Ullmann, a pesar de todo, a pesar de las infidelidades conyugales y las mentiras que parecen asolar los miembros de una familia, la idea final es que todo eso es la salsa, el caldo primigenio del que una familia tiene que alimentarse si aspira a sobrevivir. No exenta de profunda crítica e ironía (al fin y al cabo Ullmann es la hija de Ingmar Bergman), Antes de que duermas es la afirmación de la victoria de un grupo de mujeres sobre el papel que se les había asignado. En cambio, Moore parece darse por vencida y aceptar que no hay nada que hacer. Sus relatos nos hablan de la problemática generacional, de la necesidad de matar a la madre para poder afirmarse, del vacío que supone el matrimonio para las mujeres que han tenido éxito profesional, de la crisis de los cuarenta, del largo camino de aceptación de la soledad en una sociedad que curiosamente rinde culto al individuo por encima de los valores familiares protestantes. Hasta aquí, por lo tanto, nada nuevo. El libro sigue siendo un guiño a la cultura Norteamericana; el síndrome Budweiser; la sensación tan común en las obras de Paul Auster, de que, a pesar de todo, la vida allí es casi fácil. Cualquiera que haya estado en los Estados Unidos o Canadá sabe de lo que hablo: ¿Que necesitas un coche? Vas y al cabo de veinte minutos vuelves con uno. ¿Que buscas casa? En una mañana has visto treinta y te quedas con la que tiene el porche más amplio. Todo parece ser una ganga. Todo parece estar en venta. Por eso, desde el punto de vista europeo, el libro es un pequeño repertorio de Reductios at hitlerum individuales: Al leerlo nos invade la sensación de que los problemas que sufren sus personajes no podrían pasar en Europa; la sensación de que aquí todo es más difícil y, por tanto, estamos demasiado curtidos ante las adversidades como para poder desmoronarnos cuando llega la tormenta.
Desde un punto de vista técnico, el libro es impecable. Moore domina perfectamente los flash-backs y los utiliza en la introducción de los relatos para evitar caer in media res en la narración. Sabe cómo acabar los párrafos con estocadas psicológicas de gran maestría. Sin duda Moore se ha paseado por más de un workshop literario y es plenamente consciente de las herramientas del relato corto. Con una focalización claramente femenina —no quiero meterme en berenjenales aquí sobre lo que significa aquí "femenino (a Judith Butler y su Bodies that matter me remito)—, Moore consigue entrelazar los relatos hasta hacernos tener la impresión de que más allá de las peculiaridades de los protagonistas principales, es la Primera Eva, una Primera Eva postmoderna quien nos habla en ellos; muchos de los párrafos de monólogo interior podrían ser fácilmente intercambiables de un relato a otro, con una calidad muy por encima de otros experimentos literarios (pienso ahora en El Diario de Bridget Jones). A años luz, diría yo. La mayoría de relatos acaban lánguidamente, casi con el truco consistente en que no hay truco; son esos cabos sueltos finales los que dan sentido a la narración porque, como toda literatura cuyo tema es la búsqueda del amor y la lucha contra la soledad, no hay núcleo psicológico; la trama es tan clara como irrelevante. Lo que queda en los márgenes del camino es lo que importa.
Un niño con tumor de Wilms ingresa en la planta de Oncología Pediátrica de un hospital. Su madre, profesora y escritora, relata su visión del pequeño mundo que forman los padres y los pequeños enfermos de cáncer, las enfermeras, el cirujano y el radioterapeuta; la asistente social que le muestra un vídeo con el proceso de anestesia y la realidad de la anestesia. La comunidad de niños calvos. Las estadísticas de supervivencia y la interpretación del informe de anatomía patológica.
Los doce relatos que integran el libro de Moore constituyen una amarga, cruda mirada, a la vida de la Norteamérica de hoy. La América profunda (no en el sentido geográfico sino en el de hallarse oculta tras el glamour y la imagen de sí misma que continuamente proyecta y vende la sociedad norteamericana) que discurre más allá de la apabullante realidad de los comerciales, la omnipresente presencia de la televisión y los estereotipos que produce la maquinaria mediática más poderosa que ha conocido la historia de la humanidad. Maquinaria que ha llegado a inocular y condicionar de tal manera nuestra percepción de las cosas, que cada vez es más difícil diferenciar las imágenes y los esquemas mentales que proclama, de la llamada realidad; al menos de lo que vivíamos como realidad hace treinta años.
Desasosegados, fragmentarios, dejados de la mano de Dios y del "sueño americano" viven los personajes de Moore. Una fauna que vaga por ellos mismos y sus contornos como a ciegas, en busca de algo (una seguridad, una armonía, un sentido ético, una fe, un poco de compañía) que pensaban que estaba ahí pero que de súbito sienten que nunca ha existido. En el mejor relato del libro una madre describe el tormento de descubrir que su bebé tiene cáncer en un riñón. Un texto que exuda desamparo y que nos enfrenta sin contemplaciones al horror de la cotidianidad. Los doce cuentos que integran este libro nos asoman a un paisaje intenso, cargado de un humor corrosivo y de una angustia en la que destellan, como gemas, las pequeñas felicidades que conquistan, arduamente, seres condenados de antemano.
ODIO, AMISTAD, NOVIAZGO, AMOR, MATRIMONIO. Alice Munro.
RBA Editores
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Alice Munro ha logrado traspasar la fama con la que cuenta en su Canada natal gracias a la calidad de sus libros, que ya han sido traducidos a una veintena de idiomas. Su obra ha sido premiada multitud de veces.
Nueve historias que arrastran de inmediato a ese territorio especial conocido como "país Alice Munro". Un lugar donde un giro imprevisto de los acontecimientos o un recuerdo súbitamente recuperado pueden iluminar la parábola entera de una vida. Hombres y mujeres sutilmente puestos al descubierto. Historias personales, simples y complejas a la vez, desplegadas con abundancia de detalles, circunstancias y sentimientos. Odio, amistad, noviazgo,amor, matrimonio proporciona los placeres y las recompensas que los cada vez más numerosos lectores de Alice Munro se han habituado a esperar.
En "Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio" nos presenta, por ejemplo, un lugar donde un giro imprevisto de los acontecimientos o un recuerdo súbitamente recuperado pueden iluminar la parábola entera de una vida, o nos relata una broma de adolescentes que cambia involuntaria y deliciosamente el destino de una tenaz ama de llaves a punto de entrar en la peligrosa categoría de solterona. En fin, Alice Munro en estado puro.
El primero de los cuentos "Hateship, Friendship, Courtship, Loveship, Marriage", le da el título al libro. Se refiere a un juego de niñas parecido al juego de "niña, bonita, doncella, casada, etc." que habla en forma humorística de un patrón de vida. En este relato, el destino de un ama de casa solterona cambia irónica y felizmente a causa de una broma que le juegan un par de jovencitas adolescentes; a diferencia del juego mexicano que termina con "viuda enamorada, vieja achicharrada". El hijo de la solterona, ya felizmente casada, se llama Omar, nombre que quizá pudiera referir al poeta Omar Khayam, quien escribe sobre el destino.
En "Floating Bridge" una joven paciente de cáncer también recibe un regalo inesperado de la vida. En el cuento "What is Remembered", una mujer recuerda una muy corta experiencia amorosa con un extraño, que si bien no cambió drásticamente el curso de su vida, si le produjo un impacto importante en su vida interior. Ella guarda el recuerdo del breve encuentro amoroso como un tesoro.
En la historia de "Family Furnishings", que contiene elementos autobiográficos, cuenta la trascendencia de la primera visita que una estudiante de universidad hace a una tía, pues descubre entonces un secreto de familia que afecta el sentido de su propia vida.
Todos los cuentos se desarrollan en Canadá —en pequeñas ciudades de la provincia de Ontario o en Vancouver—. La mayoría de ellos están escritos en tercera persona.
El lector queda sorprendido con la aguda imaginación de Munro, quien al mismo tiempo recrea la realidad física de las provincias canadienses de la segunda mitad del siglo XX. Asimismo, confirma la presencia de elementos autobiográficos en sus cuentos. En entrevistas nos ha hecho saber que recuerda todas sus experiencias muy vívidamente, lo que en ocasiones se deja ver en sus textos de ficción.
Las tramas las construye muy cuidadosa y hábilmente con una atención especial a los detalles psicológicos reveladores. Como en el cuento "Nettles" narra la autora sobre una pareja que había perdido un hijo pequeño: "I knew that he was a person who had hit rock bottom. A person who knew —as I did not know, did not come near knowing— exactly what rock bottom was like. He and his wife knew that together and it bound them, as something like that would either break you apart or bind you, for life".
«Munro otorga a sus cuentos una fuerza que contrasta con la modestia de su estilo, siempre fiel al detalle y fina en los diálogos» EL PERIÓDICO
«El descubrimiento de alguien como Alice Munro supuso para mí una conmoción. En mi opinión es quien mejor escribe en América del Norte hoy en día.» JONATHAN FRANZEN
El fin de Alice A.M. Homes
Editorial Anagrama
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La aventura de la cacería. Camina de un lado para otro buscando a su hombre. Las playas están llenas de hogueras, de picnics, de fiestas con comida. El aire está lleno de olor a esencia de líquido para encender fuego, a carne a la brasa: las ascuas de las barbacoas, de un rojo brillante como lava derretida, crepitan. Se pone los binoculares infrarrojos: todo brilla con ese verde inorgánico de las cosas de otro mundo. Todo es dramático, todo está invertido, cada gesto es una evidencia, cada movimiento tiene un significado. Ve en la oscuridad, ve lo que no puede verse. Un cigarrillo navega por la noche como un indicador. Ella tiene que maximizar su esfuerzo; no es suficiente con probar una vez, quiere sentirse llena, quiere muchos inseminadores, múltiples inseminadores, y que gane el mejor. Quiere competencia, quiere que haya una carrera, una mezcla, quiere mezclarlo y combinarlo todo.
Es temprano aún: la chica no sale hasta las diez o, probablemente, las once. Ella se acuesta en la arena, se frota los puntos de la cabeza donde le pusieron los tornillos, sueña despierta. Mira la caseta. Hay una veleta en el techo: es una ballena, una Moby Dick cuya silueta se recorta contra el cielo, que se mueve hacia el norte, el sur, el este y el oeste para indicar de dónde sopla el viento. Sueña con viejos balleneros, con pescadores, sueña despierta que está en un barco, lejos de la costa, enmedio del mar. Piensa en su abuela, que la liberó. Piensa en lo orgullosa que estaría si supiera que está tomando las riendas de sus asuntos.
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El mundo de la escritora A. M. Homes (Washington, 1961) se mueve entre los trastornos de esta vida cotidiana nuestra y los trastornos propiamente dichos: abuelas con chips en la nuca para que no se pierdan, mujeres que sacan con una jeringuilla el semen de los condones abandonados, suicidas con cónyuges que se ríen de ellos, pederastas que ofician de maestros con pederastas en proceso de aprendizaje... Precisamente la pederastia fue el tema de su mayor éxito, 'El fin de Alice', la novela que ahora reedita Anagrama en sus Compactos (en esta temporada también apareció en la misma editorial el libro de cuentos 'Cosas que debes saber').
Digamos que a Homes le agradan particularmente aquellas cosas de las que uno no hablaría en una cena de Nochebuena, lo cual conlleva un serio peligro de intencionalidad y de oportunismo (con un Bret Easton Ellis en la vida, ya tenemos bastante). Pero, a diferencia de Ellis, esta semidiscípula de Grace Paley ha sido comparada con Scott Fitzgerald y con Nabokov.
Aunque la mayor diferencia, quizá, es que da la impresión de que no quiere chocar ni empavorecer al lector, sino meterse adentro de los asuntos, saber algo más que el tópico, darle una faz reversible a la pulida realidad que se publicita.
Escribe al estilo de la última factoría estadounidense, minimal y tal: poca justificación de personaje, huida como alma que lleva el diablo de cualquier análisis de conciencia, búsqueda de la imagen luminiscente y sintética, descuadres del punto de vista (aunque no es Grace Paley, ni tampoco Lorrie Moore, ni va a serlo).
Sin embargo, la inquietud que siembra es mayor. Y también las dudas. A veces parece un Kafka dando conversación a Hannibal Lecter y otras una chica de provincias que busca un afterhours por Hell´s Kitchen. Algo así. Pero échenle un vistazo y digan ustedes.
Nacimiento de los fantasmas. Marie Darrieussecq.
Editorial Anagrama.
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Nadie sabe dónde está mi marido. Volvió del trabajo, dejó la cartera apoyada contra la pared y me preguntó sihabía comprado el pan. Debían de ser alrededor de las siete y media.
¿Ha desaparecido porque aquella tarde, con el cansancio del trabajo a cuestas y tras tantos años de soportar mi desidia, se hartó y no pudo aguantar ya más el tener que volver a bajar todos los días desde un quinto piso para ver si quedaba pan en algún sitio? He intentado echar una mano a los investigadores: ¿fue realmente aquel día como cualquiera? Miramos en el ordenador, uno por uno, los ficheros que mi marido había abierto desde por la mañana. No había ventas o novedades fuera de lo normal; había enseñado tres pisos; a la hora de comer, se había comprado, como de costumbre, un bocadillo en el bar de la esquina. A los clientes (los investigadores los localizaron: una pareja joven, una pareja madura y un divorciado que ya peinaba canas) no les había llamado la atención nada de particular, salvo un calentador de agua que funcionaba mal y algún que otro detalle de los pisos. Pero ellos habían ido a lo suyo, y ya ni se acordaban de qué cara tenía mi marido.
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Nacimiento de los fantasmas puede leerse, según la autora, también como «una carta de amor». «La protagonista quiere a su marido y lo busca porque no tiene nada más», argumenta, pero «también es la historia de una transición entre eso y la liberación del personaje», añade.
Darrieussecq asegura que éste no es un libro autobiográfico, aunque añade que: «Escribo para conjurar lo peor, para que no ocurra, como en el libro». Y lo peor, según la autora es «ser mujer y depender de un hombre».
Los fantasmas de los que habla Marie Darrieussecq son los que se generan en las familias y de los que nunca se hablan «pero los niños viven con ellos en sus habitaciones y cuando uno llega a adulto tiene que pactar con ellos y mantener una distancia equilibrada entre la angustia y la fascinación».
Darrieussecq incide una y otra vez en el tema de la psicología. «Decir 'me siento triste es para mí demasiado plano», cuenta. «Trato de evitar la psicología porque ya la practicaron y muy bien los autores del XIX», añade la escritora.
Darrieussecq, autora de Marranadas, incide de nuevo en el tema de la liberación personal. «No se trata de historias en que alguien se libera simplemente de algo, por muy molesto que sea, sino que esa liberación acarrea el descubrimiento de un nuevo mundo», cuenta la autora.
«En Marranadas trataba un mundo saturado, mientras que en éste, el mundo de la protagonista es hueco, como un agujero negro», cuenta la escritora. Y esta visión del vacío no la aborda desde el punto de vista psicológico, «que me aburre mucho», dice Darrieussecq, sino a partir de una mirada ingenua, porque pretende «enseñar las cosas como si fueran la primera vez», explica.
Personajes desesperados
Paula Fox
Editorial El Aleph
Sophie sonrió, preguntándose con cuanta frecuencia, o si habría habido alguna vez en que hubiera sentido el calor humano y aún sonreía cuando el gato se levantó sobre las patas traseras, incluso cuando la atacó con las garras extendidas, hasta el mismo instante en que clavó los dientes en el dorso de la mano izquierda y tiró hasta casi hacerla caer hacia adelante, atónita y horrorizada y, sin embargo, lo bastante consciente de la presencia de Otto para contener el grito que se le quedó ahogado en la garganta mientras intentaba librar su mano de aquel círculo de alambre de espino.
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Los protagonistas de la novela son Sophie y Otto, un matrimonio burgués del Nueva York de los años sesenta. Viven una vida acomodaticia y rutinaria: alrededor de los cuarenta, con dinero y sin hijos. Constituyen el prototipo del palazo pseudointelectual de quien pasa por la vida sin entender ni preguntarse nada, como decía Platón.
Pero inesperadamente, un gato callejero al cual ella suele dar leche la muerde sin motivo aparente. Todo cambia a partir de ese momento. En una primera instancia, Sophie se niega a ir al médico, adivinamos que debido a que eso comportaría reconocer el mundo existente más allá de la fortaleza solipsista en que vive. Por eso, en lugar de actuar se pierde divagando: comienza a preguntarse qué le va a suceder, si cogerá la rabia o no, si su meticulosa existencia se desvanecerá en el dolor y el asco. No puede evitar volverse hacia sí misma y pensar que quizá merezca un destino fatal transmitido fortuitamente por ese gato.
La lectura de esta obra maestra de fuerte carga nihilista revela que el gato no es nada más que una excusa para sacudir de su aburrimiento existencial a los personajes arquetípicos que la protagonizan, los cuales viven para ellos en un mundo construido alrededor de su egoísmo.
La ambigüedad del texto es insoslayable, y presenta diversas lecturas. Podría tomarse, desde luego, como la proyección de una postura revolucionaria colectivista, pero teniendo en cuenta que Paula Fox terminó rechazando tanto el socialismo como el comunismo en su visita a la Europa de la postguerra Mundial, nos queda que quizá, en el fondo, quiera transmitirnos que existe un mundo exterior fuera de aquéllos que se encierran en sí mismos y que hay que luchar para conservarlo (mejorando sus defectos), porque es el espacio que garantiza la supervivencia de nuestra civilización: la libertad, siempre más importante que la paz.
Siempre, aunque la mayoría lo haya olvidado o ni siquiera lo haya sabido jamás.
P.S. No siento ninguna simpatía por John Gray y menos aún por sus trabajos. En este sentido, las cinco autoras que me he molestado en ilustrar, más concretamente los cinco títulos aquí expuestos, nada tienen que ver con el autor de: Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus. De este modo me desembarazo de posibles malentendidos y las consecuentes explicaciones oportunas.