15 noviembre, 2006

Atrocidades III


Las apariencias engañan. Te imitas muy bien... a la perfección... A través de de la carne muerta respiro... un hálito de oxigeno... Si la gente supiera de lo que esta hecho... La enésima victima. No me entretengo en contar. Siempre lo mismo, aunque no resulta tan aburrido cómo la vida diaria. Despedezar cuerpos... nunca sabes lo que te vas a encontrar. Conoces a un montón de gente, llevas hablando con ellas la mayor parte de tu vida... luego, cuando hurgas en sus entrañas encuentras que la persona a la que creías conocer, es simplemente eso: un amasijo de vísceras correoso y resbaladizo. Hay que mirar adentro. Estoy verdaderamente decepcionado. Las vísceras de la gente admirable llegan a estar tan revueltas, hinchadas, ulceradas. La perfección de las vísceras en mi sueño secreto todavía no realizado.


Siempre encuentro restos de mierda... los jugos gástricos són verdes. Todo huele fatal. Los orgános de jóvenes recién llegados a este mundo, són los peores, están inflamados, parecen muy enfermos, segregan incontrolablemente una sustancia pegajosa similar a la resina. La piel sale más facilmente en los más jóvenes. Ni siquiera hace falta hervirla, saco unas tiras regulares, casi perfectas. Luego observo su cara desnuda... los de efectos especiales de las películas no conocen que la realidad supera su ficción. La realidad es mucho más asquerosa. Són sobre todo los más lozanos, los que siguen cagándose mucho después de muertos.

Prefiero una cabeza joven pero algo más modelada. Una cabeza cómo la de Schiller. Una obra de arte prerafaelísta. Duele mucho hurgar en el interior de desconocidos. Generalmente lo que guardan, lo que allí me espera, es indistíntamente feo, ya se trate de un sujeto al que crees conocer a lo largo de toda tu existéncia, que el paquete de vísceras de un absoluto desconocido. No es determinante. Sin embargo las últimas no parecen ser tan decepcionantes, cómo las primeras. Hurgaría entre los organós pequeños, blandos y resbaladizos de un primate y tendría una sensación más asombrada... es solamente una suposición. Los chimpances són tan agradables al tacto, que me costaría una eternidad en el infierno, inflingir cualquier tipo de violencia sobre sus simpáticos cuerpecitos.

Se me objetará sobre todo mi predilección por los sujetos masculinos. Nada más cierto, lo reconozco, sin embargo tampoco suelo hacerles ascos a un cuerpo femenino pequeño y bien torneado. Mi experiencia por delante de todo... Atrocidades, ha llegado, el momento de las atrocidades, las más violentas y sin escrúpulos de las atrocidades. Atrocidades de libro, de libre invención, atrocidades sionístas, de nuevo sello, new age. Lo he oído, parece que lo oigo ahora... la esclavitud, el comercio, el extraperlo... unos cuerpos cautivos y ensimismados, listos para ser vendidos al postor más poderoso, es cuestión de tiempo. Los días són cortos, muy muy muy cortos, y para colmo se repiten, se repiten, se repiten. Es lo mismo, lo mismo, lo mismo. Siempre... se va a hacer demasiado tarde.