CINE. TRILOGÍA de GUS VAN SANT
Un crítico estadounidense le ha definido como el poeta de los inadaptados. Gus van Sant (Kentucky, 1952) se crió como un niño de buena familia, pero su homosexualidad le acercó a los sectores marginales de la ciudad donde creció. Chaperos, putas, drogadictos. La juventud y sus márgenes han sido su fuente de inspiración y la de su mejor cine.
"Tan pronto como explicas una cosa, hay otras cinco posibilidades que echan abajo el argumento", ha dicho Van Sant. "Pero, sobre todo", añade, "está el hecho de querer encontrar una explicación para algo que necesariamente no la tiene".
Gus van Sant debutó en 1985 con Mala noche, la historia de un homosexual blanco enamorado de un inmigrante ilegal mexicano y heterosexual. Una película en blanco y negro que automáticamente colocó a este cantante, pintor y cineasta en el mapa del cine independiente americano. En 1989, su segunda película, Drugstore cowboy, miraba sin falsos paternalismos, con dureza y amor a la vez, a cuatro yonquis que malviven asaltando farmacias. William S. Burroughs, uno de los padres espirituales de Gus Van Sant, interpretaba a un ex cura yonqui. Tres años después, con Mi Idaho privado, el cineasta lograba convertir en icono de una generación emergente, la grunge, a River Phoenix. Van Sant contó la historia de los chaperos que había conocido en las calles de Portland. El cineasta volcó en aquella película algunas de sus obsesiones: la juventud, la homosexualidad, la familia. Phoenix (que improvisó buena parte de su papel) interpretaba a un chapero en busca de su desconocida madre, un huérfano en busca desesperada de alguien que le quiera. "La familia marca nuestra mirada al mundo; por eso creo que todas mis películas hablan de ella", señala en una entrevista incluida en el guión de Mi Idaho privado (Penguin). "En Drugstores cowboy son una familia de drogadictos; en Idaho son una familia callejera, una familia temporal. He conocido la vida de estas familias, sus orígenes problemáticos y sus anhelos". Van Sant no pudo evitar que su propia autobiografía se colara en aquella película. Aunque Mi Idaho privado era, ante todo, una road movie inspirada en Campanadas a medianoche, de Orson Welles, una versión moderna y homosexual de la historia del Príncipe Hal y Falstaff. Años después, y tras la muerte por sobredosis de River Phoenix en pleno Sunset Boulevard, Van Sant escribió Pink, una novela en la que volcó toda su rabia por aquella muerte. El actor se convirtió en el bello mártir de su generación. El dolor por una juventud cada vez más lejana creció en el cineasta.
Elephant no pretende solucionar el tema de la violencia. “No queríamos explicar nada” reconoce Van Sant. “Tan pronto como explicas una cosa hay otras cinco posibilidades que te echan abajo el argumento. Por otro lado también está el hecho de encontrar una explicación para algo que necesariamente no la tiene
Elephant nos adentra en un instituto americano a través de sus pasillos, el patio, las clases, la biblioteca, la cafetería, la secretaría. Acompañamos a varios estudiantes durante todo el día, prestando atención a ciertos momentos e intersecciones experimentadas por cada uno de ellos, incluyendo a John (John Robinson), Eli (Elias McConnell), un fotógrafo, el jugador de fútbol Nate (Nathan Tyson) y su novia Carrie (Carrie Fínquela), Michelle (Kristen Hicks), las eternas amigas Brittany, Jordan y Nicole (Brittany Mountain, Jordan Taylor, Nicole George), dos chicos con sus planes hechos para ese día, Alex (Alex Frost) y Eric (Eric Duelen). Todos son parte del escenario que Elephant describe.
“Elephant trata un determinado acontecimiento desde diferentes perspectivas, pero sin seguir el principio causa-efecto. Por un lado esto es un poco atrevido, porque lo que quiere ver la gente es la causa maquiavélica y los terribles efectos que causan. Elephant se rodó en Pórtland, Oregon, donde vive Van Sant. En el momento en que la preproducción se iba a llevar a cabo , Van Sant había hecho Gerry, aclamada por la crítica, partiendo de un guión de bajo coste y en colaboración con actores como Matt Damon y Casey Affleck y un pequeño equipo que incluye al productor Wolf, al director de fotografía Harris Savides y al diseñador de sonido Leslie Shatz.
Last Days es la tercera y última película de lo que el director ha llamado su "Trilogía de la muerte", que empezó con Gerry y continuó con Elephant. Una de las características similares en las tres películas es que el diálogo y la narración son mínimos, y no están conectados cronológicamente. Esta técnica es especialmente similar a Elephant, donde las escenas son repetidas desde diferentes ángulos, y comenzando en diferentes puntos en el tiempo, sin dar alguna señal que el reloj fue retrocedido en algún momento. Así como en Gerry, la atención de la cámara es frecuentemente quitada del drama principal y se enfoca en alguna situación diferente. Todas las películas se resisten a una explicación fácil, pero comparten el tema del aislamiento extremo (físico en Gerry, social en Elephant, y mental en Last Days).
Van Sant había afirmado que tenía pensado este proyecto por casi una décadaa. En un punto, inclusive, él quiso hacer una película biográfica de Cobain, pero esta idea no se hizo realidad temiendo que la viuda de Cobain, Courtney Love, lo demandara. Además no estaba seguro de la forma en que los fanáticos de Cobain y su familia reaccionaría a la película. Van Sant le habló varias veces a Love sobre el proyecto y le dijo que le preocupaba que la película podría causarle algún daño emocional. La actriz Asia Argento, que interpretaba a la esposa de Blake en la película afirmó, "Se ha dicho que yo interpreté a Courtney Love, y eso no es cierto. No sé porqué la gente dice eso. Me siento apenada por ella. Ella ha sido demonizada y me siento triste por cualquiera que ha tenido una pérdida como esa. Pero no, yo interpreto un personaje muy estúpido".
Apenas hay diálogos, apenas hay acción. Sólo el vagabundeo desesperado de sus dos personajes y de una cámara que nos llama la atención como si del mismo ojo del diablo se tratara. La secuencia más nutrida de diálogos es la primera noche que los dos amigos pasan en la intemperie, en la que el Gerry interpretado por Affleck cuenta sus últimos pasos en lo que, supongo, es un juego de ordenador. La falta de diálogos en el resto del filme otorga a esta secuencia la fuerza de la palabra. Gerry bien podría ser una aventura gráfica en la que salir del desierto fuera el objetivo.
Despojado de toda narratividad, Gerry queda en manos de una cámara que se desliza con firmeza bajo la dirección de fotografía de Harris Savides -que luego haría lo propio en Elephant. La acción cobra otra forma, desvinculada del causa-efecto. Es el caso de la secuencia en la que Casey Affleck se ha situado a lo alto de una roca sin poder bajar. Matt Damon va juntando algo de arena para que su compañero proceda a un salto imposible. Van Sant filma la secuencia en un plano fijo que sólo se ve brevemente cortado por un plano corto de la reacción de Affleck. Lo extraño de la situación, la irrisible y escasa arena que acumula Damon (una vez más, como si se tratara de un videojuego) y una cámara imperturbable, describen a la perfección la desnudez en la que se mueve Gerry. Los travellings aplastantes a cargo de la steadycam manejada por Matias Mesa cobran toda su significación. Una cámara que apunta hacia la referencia de Béla Tarr, otro amante de los travellings hipnóticos y los espacios desérticos. Admirador declarado del director húngaro, Van Sant aplica con igual éxito el uso del travelling circular entorno al busto de uno de sus personajes: una imagen tan descriptiva como incisiva en la mirada perdida de su personaje. Eso sí, será en Elephant donde Gus Van Sant rinda su mayor homenaje al director de Satantango, trasladando su juego de puntos de vista de la puesta húngara a los pasillos de un instituto norteamericano.