MONSTRUOS INVISIBLES
--Dime, hija –dice Brandy--. ¿Qué te ha pasado en la cara?
Pájaros
Escribo:
pájaros. Los pájaros me comieron la cara.
Y me echo a reír.
Brandy no se ríe. Brandy dice:
--¿Qué signifiva eso?
Y yo sigo riendo.
iba conduciendo por la autopista, escribo.
Y sigo riendo.
alguien me disparó una bala del calibre 30 con una escopeta.
la bala me arrancó la mandíbula de cuajo.
Sigo riendo.
vine al hospital, escribo.
no perdí la vida.
Riendo
no pudieron volver a colocarme la mandíbula porque se la comieron las gaviotas
Y dejo de reírme
--Tienes una letra horrible --dice Brandy--. Sigue contándome.
Y me pongo a llorar.
tengo que comer alimentos infantiles, escribo.
no puedo hablar
no tengo trabajo.
no tengo casa.
mi novio me ha dejado.
nadie me mira
mi mejor amiga me ha destrozado toda mi ropa
Sigo llorando.
--¿Qué más? –pregunta Brandy--. Cuéntamelo todo.
un niño, escribo
un niño en el supermercado me llamó monstruo.
Sus ojos Arándano Incandescente me miran como nadie me ha mirado en todo el verano.
--Tienes la percepción completamente jodida –dice Brandy--. Solo hablas de la mierda que te ha pasado. No puedes basar tu vida en el pasado ni en el presente. Tienes que hablarme de tu futuro.
Brandy Alexander se pone en pie con sus sandalias de lamé dorado con cintas atadas a las piernas. La reina suprema se saca un espejo precioso del bolso y lo abre para mirarse en él.
--Esa logopeda –dicen sus labios azul Plumbago—a veces se comporta como una imbécil antes estas situaciones.
El musculoso brazo de Brandy repleto de joyas, me sienta en la silla, que todavía está caliente
por su culo, y me enseña lo que hay en la polvera. En lugar de maquillaje, veo un montón de cápsulas blancas. Donde debería haber un espejo hay un primer plano de Brandy Alexander, que
sonríe y está imponente.
--Es Vicodin, cariño –dice--. Según la escuela de medicina de Marilyn Monroe, una buena dosis de cualquier droga puede curar cualquier enfermedad.
“Coge lo que quieras –dice.
La diosa delgada y eterna que es Brandy, su fotografía me sonríe por encima de un
océano de analgésicos. Así es como conocí a Brandy Alexander. Así es como hallé la fuerza para romper con mi vida anterior. Así es como encontré el valor necesario para
no recoger los mismos y viejos pedazos.
--Y ahora –dicen esos labios azul Plumbago— vas a contarme la historia como acabas de hacer. Escríbela toda. Cuéntala una y otra vez. Cuéntame tu triste historia durante toda la noche.
La reina Brandy me señala con un dedo largo y huesudo.
--Cuando comprendas –dice Brandy—que lo que estás contando no es más que una historia. Que ya no está pasando. Cuando comprendas que la historia que estás contando no es más que un puñado de palabras, cuando puedas arrugarla y tirar tu pasado a la papelera, entonces decidiremos quién vas a ser a partir de ahora.
CHUCK PALAHNIUK , Monstruos Invisibles, 1999.