01 julio, 2006

ANAGRAMAS 5.1.

MORTON HUMUS. Nací el 25 de agosto de 1949: cuatro días más tarde los rusos probaron con éxito su primera bomba atómica y así apareció la disuasión. De modo que tuve esos cuatro días de tranquilidad, más de lo que nunca tuvieron los de menor edad. En realidad no los aproveché mucho. Me pasé la mitad del tiempo dentro de una burbuja. Apacibles como pintaban las cosas, nací en estado de conmoción aguda. Mi madre dice que parecía Orson Welles desencajado de furia. Al cuarto día me había repuesto, pero el mundo había dado un giro para peor. Era un mundo nuclear. Si tengo que decirles la verdad, no me sentía nada bien. Tenía un sueño y una fiebre terribles. No dejaba de vomitar. Me entregaba a incontenibles accesos de llanto... Cuando tenía doce o trece años la televisión empezó a mostrar mapas de objetivos del sudeste de Inglaterra: Londres era el centro del blanco; los condados cercanos eran las franjas periféricas. Yo solía irme de la sala lo más rápido posible. Ignoraba por qué había armas nucleares en mi vida o quién las había metido ahí. No sabía qué hacer con ellas. Quería quitármelas de la cabeza. Me enfermaban.

Ahora, en 1987, treinta y ocho años después, sigo sin saber qué hacer con las armas nucleares. Y los demás tampoco lo saben. Si hay algunos que lo saben, yo no los he leído. Las alternativas extremas son la guerra nuclear y el desarme nuclear. La guerra nuclear es algo difícil de imaginar; pero también lo es el desarme nuclear. (Sin duda la primera alternativa se encuentra más inmediatamente a mano.) El desarme atómico no se ve de veras, ¿no es cierto? Algunos programas para la abolición final -pienso, por ejemplo, en la «disuasión teórica» de Anthony Kenny, en la «disuasión sin armas» de Jonathan Schell- resultan maravillosamente elegantes y seductores; pero estos autores están previendo un mundo político tan sutil, maduro y (sobre todo) concertado, como sus propias solitarias reflexiones. Para la guerra nuclear faltan siete minutos, y podría acabarse en una sola tarde. Estamos esperando. Y también las armas están esperando.

¿Qué es lo único capaz de provocar el uso de armas atómicas? Las armas atómicas. ¿Cuál es el objetivo prioritario de las armas atómicas? Las armas atómicas. ¿En qué consiste la única defensa establecida contra las armas atómicas? En armas anímicas. ¿Cómo se previene el uso de armas atómicas? Amenazando con usar armas atómicas. Y a causa de las armas atómicas no podemos librarnos de las armas atómicas, como si la intransigencia fuese una función de las propias armas.

Las armas atómicas pueden matar a un ser humano doce veces seguidas de doce maneras diferentes; y -como ciertas arañas, como los faros de los coches- parece que paralizan antes de matar.

M.A.

ANAGRAMAS 2.0.

ROMAIN POUPAUD RESNAIS. Nací en Enero de 1972 en Boloigne. Aquello que más me mortifica es no poder encontrar a la persona indicada con la que compartir mis cosas. Es algo muy generelizado, soy consciente de ello. Soy fotógrafo de profesión, los que me conocen dicen que nací para ello, que sabrán ellos. Lo cierto es que a mi modo he encontrado lo que podríamos calificar, un trabajo bien remunerado. He tenido éxito en la vida, he conseguido la admiración de mis seres queridos. He roto con mi pareja, no quería continuar con una persona a la cual no quiero. Mientras devoro un cucurucho de helado de chocolate, en la playa, me doy perfecta cuenta, de mi piel pálida. Me dicen que estoy demasiado delgado. La fotografía es un falso trabajo, esta ya todo completo hasta los topes, de mariconas, ricachones que quieren mamártela, modelos sin nada en la azotea. Para postre me he especializado en modelos masculinos. Cuando observo esos cuerpos perfectos, variados; desde cintura de avispa y anchos hombros, hasta mazacotes que podría despiezar por partes. Algunos saben que soy gay, otros lo saben y también són gays. Me he relacionado esporádicamente con alguno, aunque no ha derivado en ninguna relación seria, al menos que yo sepa. Mi hermana me ha pedido que fotografiara a sus hijos, creo que siempre me está retregando sus genes por la cara. Le he dicho firmemente, que no podría hacer ese trabajo, que exísten profesionales especializados en niños. Al final hemos tenido una fuerte discusión, en la habitual comida familiar del domingo. Lo cierto es que nunca me he llevado bien con mi hermana, pero esto ha llegado ya, demasiado lejos. Me apena mucho todo esto, y mi familia creo, se ha dado perfecta cuenta. Ayer mismo, en una cafetería, la camarera me confesó que su marido era estéril, y que ambos estaban de acuerdo en que yo era bastante guapo. Me preguntó, si estraría dispuesto a acostarme con ella, pero le he dicho que no me gustan los niños. De vuelta a casa he pensado la mejor manera de pedirle perdón a mi hermana. Al llegar a un jardín público reconozco a mi hermana de lejos, con sus dos hijos pequeños, no le digo nada y desde detrás de un árbol decido hacerles una foto. Llevo una vida tan solitaria, que ni siquiera me apetece hablar con mi familia. En soledad... creo que nunca he estado del todo solo. No me pidaís que os explique eso. Decido a última hora hacer una visita sorpresa a mi abuela, es la única que siempre ha sabido escucharme. Le confieso, de inmediato el motivo de mi deliverada visita. Hace un par de días me diagnosticaron un cáncer generalizado. Me he negado a someterme a quimioterapia. Mi abuela es la única persona con quién comparto este secreto. Le dije que yo y ella teníamos tanto en común, al fin y al cabo ambos ibamos a morir pronto. Imagino mis últimas horas, tumbado en la arena de una playa abarrotada de gente y críos correteando. Al final he accedido a acostarme con aquella mujer. Ha sido algo impulsivo, que más dará. Voy a terminar, cumpliendo el deseo de alguién, ¿quién iba a esperar todo eso de mi?